
Hace unos días me comentaba Maribel, de "Ocurrió en Febrero", que esto de los blogs crea adicción, y estoy de acuerdo con ella. Desde que empecé, hace apenas dos meses, se me van las horas en la blogosfera; revisando mi blog, creando nuevas entradas, buscando imágenes, visitando a amig@s bloguer@s, comentando en sus blogs, descubriendo nuevos sitios a través de ell@s. Uno te lleva a otro, y a otro, y a otro...y así hasta el infinito.
Es divertido, es interesante, es gratificante: escribes algo y recibes una compensación inmediata en forma de comentarios, de visitas; cuando te quieres dar cuenta ya ha pasado otro día...otro día, sin escribir. Y entonces me siento mal porque sólo me he dedicado a entretenerme y no he trabajado en ninguno de mis proyectos.
Tengo una novela por revisar y tengo una idea dándome vueltas en la cabeza desde que acabé mi otra novela, pero no encuentro el momento para pensar en ella detenidamente y empezar a ordenarla, a darle forma. Antes veía historias por todas partes, en cualquier detalle, y tenía que correr a escribirlas enseguida; ahora sólo pienso en el blog.
Está claro: me he "enganchado".
Pero lo superaré. A partir de mañana organizaré mi tiempo: volveré a escribir una hora diaria por lo menos, tenga ganas o no. Después me daré permiso para "bloguear". Quizás no pueda visitar tantos blogs ni publicar demasiadas entradas y se limiten mis comentarios, pero me perdonareis ¿verdad?
No quiero seguir metiéndome en la cama cada noche sintiéndome culpable porque mi día no ha sido lo bastante productivo, porque no lo he dedicado a hacer lo que más me llena en el mundo: escribir.
Estoy segura de que me entendéis tod@s los que lleváis ese veneno en el cuerpo.