sábado, 7 de febrero de 2009
Adicción
A mi madre, como a cualquier madre de una adolescente, le preocupaba todo el asunto ese de las drogas, el sexo y el alcohol. Y de repente, sus temores parecían verse confirmados: yo, que siempre había sido una chica alegre y comunicativa, desde hacía algún tiempo me mostraba distante, pensativa, apenas hablaba; pasaba horas enteras encerrada en mi cuarto y solamente salía de él para comer y asistir a clase. Tenía todos los síntomas. Ella me miraba inquisitiva, me taladraba a preguntas, me vigilaba a hurtadillas...
Todo fue culpa de mi amigo Javi. A mí nunca me había interesado aquello, pero él insistió tanto…Me sentí atrapada desde el principio, no podía dejarlo, necesitaba llegar hasta el final, saber qué ocurriría después. Le robaba horas al sueño, a Internet, a mis amigos, era capaz de sacrificar cualquier cosa antes que abandonar aquel vicio. Tras la primera vez vino otra, y otra, y otra…se convirtió en una obsesión; yo trataba de resistirme, pero siempre volvía a caer. Acariciaba el envoltorio antes de abrirlo, me dejaba embriagar por aquel olor característico, inconfundible; después, me entregaba dócilmente, dispuesta a sumergirme en un mundo fantástico…
Un día ocurrió lo inevitable. La puerta de mi cuarto se abrió de golpe y allí estaban todos; mi madre, mi padre y mis dos hermanos (estos últimos con una maligna sonrisa pintada en los labios): me habían pillado in fraganti. Los temores de mi madre se veían confirmados: su hija era una adicta.
Podría haber inventado una excusa, justificarme de alguna manera, pero habría sido inútil, entre mis manos estaba el cuerpo del delito para desmentirme: un libro.
No he logrado superar mi adicción, sé que no lo conseguiré jamás, pero he de confesar que tampoco me importa.
(Relato original de Lola Mariné publicado en la revista Montcada Mírame y El Recreo.com)
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No me acordaba ede este relato, pero es genial...que chula manera de ver la lectura...genial
ResponderEliminarSencillamente; excelente.
ResponderEliminarUn saludo
Bueno, bueno, bueno...... que adicción..... genial
ResponderEliminarpacobailacoach.blogspot.com
¿conoces las tertulias del coaching?
¡Anda! ¡Qué conseguido! Con lo que me gustan los relatos con factor sorpresa...
ResponderEliminarLolá Mariné, describes pulcramente la adicción y concluyes con un dilema: asumir las adiciones es un acto de valor o una claudicación voluntaria.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sergio Astorga
¡Genial, Lola, me engañaste! Una gran sorpresa ese final.
ResponderEliminarTe felicito por tu creatividad y por la publicación del relato.
Un abrazo.
Me ha pasado como a Juan, me engañaste. Pensaba que era un adicción al los porros, anda que ya me vale... ¡Perdón!
ResponderEliminar¡Me ha gustado mucho!
MIGUEL
De lo mejor que he leido. Ya sabes cómo me gustan las explosiones de ultima hora.
ResponderEliminarFantastico.
Didac, Jaclo, muchas gracias por vuestras palabras. Me alegro de que os haya gustado.
ResponderEliminarHola Paco, bienvenido.
ResponderEliminarMe pasaré por tu blog.
Un saludo.
Gracias, Manneling.
ResponderEliminarUn saludo.
Sergio, en este caso el dilema es fácil de resolver: este tipo de adicción no es perjudicial, sino todo lo contrario.
ResponderEliminarGracias, Juan.
ResponderEliminarMe alegra haberte sorprendido.
Un saludo.
MIguel, de eso se trataba: de engañaros.
ResponderEliminarSi no lo hubiese conseguido, mal asunto.
menudo relato, ojalá yo escribiera así, es un lujo Lola, te felicito por el, y sabes que? que yo también soy adicta a lo mismo que tú
ResponderEliminarbesos
TitoCarlos, estoy encantada de que te haya gustado.
ResponderEliminarSí, ya he comprobado que a tí tambien te gustan las sorpresas.
Arwen, gracias por tu amabilidad.
ResponderEliminarPor aquí creo que hay unos cuant@s adict@s...
Mucho vicio y depravación de esa clase.jejejeje.
ResponderEliminarMe ha gustado, y me ha sorprendido a la vez, los libros, que triste sería la vida sin ellos.
Un beso
Pues sí, Halatriste.
ResponderEliminarMejor no probar, que se coge vicio.
jeje.
Ya me imaginaba algo...je,je!
ResponderEliminarMe confieso, yo también soy una adicta.
Como le dije a Elena de Proyecto de Escritora:
Hola, soy Marta, y soy alcoholétrica.
Por cierto, ya he visto a Epícteto por aquí.:)
ResponderEliminar(desde luego, si pudiera ver desde donde sea que esté que colocamos sus frases dichas hace casi 2000 años en un blog de internet...!)
Hola Martika,
ResponderEliminarpues muy mal, no tenías que imaginarte nada, ¡jooo....!
Es verdad, si Epícteto levantara la cabeza...
Bueno, aunque dices en tu perfil que fuiste musa de la movida, no me pegabas muy viciosa y drogota, jajaj ya ves. El caso es que aunque el post tiene una sorpresa, no sé pq me quedé como si la esperara, jajaj
ResponderEliminarEso si, está muy bien escrito y es muy orginial. Menos mal que tus padres, en castigo, no te quemaron la biblioteca, jajaja
Bezos.
Thiago, así que "orginial"...
ResponderEliminarEn qué estarías tú pensando, jajaja.
Ahhh, el relato que me dijiste!! jeje. Claro, el final no me ha sorprendido (porque hablamos de ello) pero me ha gustado. Tu adicción está trabajada y lo relatas con mucha soltura. Enhorabuena!
ResponderEliminarBesos!!
Gracias, Elena.
ResponderEliminarMe acordé de este relato cuando lo comentamos en tu blog.
Una adicción siempre es una adicción, pero las hay de una clase y de otra...
ResponderEliminarMe ha gustado, Lola. Por cierto, pásate por el blog de El Eremita, que ha escrito algo sobre concursos literarios y me he acordado de ti.
vaya, pues a mí también me engañaste.
ResponderEliminarPara ser la primera vez que paso por aquí, me ha gustado lo que he leído.
Gracias por tu visita.
Hola Jesvel,
ResponderEliminares verdad, pero hay adicciones que no hacen daño a nadie y de las que no hay que curarse.
Me paso por El Eremita.
Hola Conxa, me alegro que te haya gustado.
ResponderEliminarYa sabes donde estamos, siempre serás bienvenida.
Hola Kinha,
ResponderEliminarseguiré tu viaje con interés y con envidia.
Un saludo.
Genial, nena, perfecto, la redacción, la historia y la reflexión :) Te felicito.
ResponderEliminarMuchos besos
Gracias, Dianna, guapa.
ResponderEliminarSí Lola, leí tu entrada y me recordó a lo que acababa de escribir yo que he publicado hoy. Por supuesto que no hay nada imposible, lo he puesto para hacer un titular más atractivo. Al final, pienso que lo mejor es escribir porque con ello disfrutamos... el resto...
ResponderEliminarSería como ganar al mus...
Un abrazo.
El eremita.
Hola Manolo,
ResponderEliminarcreo que para la mayoria de nosotros escribir es una necesidad y disfrutamos haciendolo, si además conseguimos publicar y que se nos reconozca, "miel sobre hojuelas", pero la recompensa ya la teneos a diario ¿no te parece?
Caray, Lola, me engañaste hasta la última línea. Tu cuento está muy bien escrito, engancha a pesar de sospechar que se pueda tratar de un tema como la drogadicción, ya tan manido. Pero me llevaste de la nariz hasta el final ¡eso no se hace!, ja, ja, Te felicito, sinceramente me encantó.
ResponderEliminarBesos,
Blanca
Hola Blanca,
ResponderEliminarme alegro de que te haya gustado y que te haya parecido bien escrito, es todo un halago viniendo de ti, que eres ya toda una profesional.
Un saludo.
Y yo perdiéndome esto. Muy bonito, Lola. Una narración muy sentida, muy pulcra y, aunque te imaginas un desenlace sorprendente, no por ello deja de sorprenderte. A mí tampoco me importaría esa adicción.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola Maribel,
ResponderEliminarsi es que has tenido un finde muuuuy largo...¡Qué habrás estado haciendo? jejeje...