Templo budista (Bangkok) |
Hacía años que me rondaba por la cabeza la idea de vivir unas navidades diferentes, lejos de comilonas, compromisos y excesos absurdos varios. Y este año, por fin, he conseguido llevarlo a cabo.
Olvidarme de la Navidad, lo que se dice olvidarme, no ha sido del todo posible, ya que, para mi sorpresa, y a pesar de que el 90 % de la población tailandesa profesa el budismo, el 100% es más fiel a su inclinación por los negocios, y cualquier excusa es buena para vender lo que sea: derroche de luz, arbolitos de Navidad, trineos, papás noeles y villancicos por doquier. Eso sí, yo no tenía noción del día de la semana ni la fecha en la que vivía, lo que ya es punto.
Bangkok |
Pero pasemos al relato del viaje.
Salimos de Barcelona el 22 de diciembre con destino a Bangkok. Doce horas de vuelo con una escala de tres horas en Doha (Quatar).
La primera sorpresa al llegar a la capital de Tailandia fue comprobar que es una ciudad ruidosa, sucia y en la que reina el caos más absoluto; nada que ver con la exótica imagen que tenemos de ella por las películas y las reminiscencias que nos despierta la lejanía. Poca gente habla inglés, por lo que es difícil entenderse; y todos tratan de engañarte para sacarte dinero. Estresante. Pero pronto aprendimos a defendernos y pudimos disfrutar de la grandiosidad y belleza de sus templos, la comida (no tan picante como temía), la gran variedad de fruta fresca que se ofrece por todas partes, los innumerables y abarrotados mercadillos y el dudoso placer del regateo (que a mí me revienta), solo compensado por los precios increíblemente bajos que se consiguen, aunque siempre te queda la sensación de que te han tomado el pelo...
Navidad en Bangkok |
Calorazo. Una media de 32 grados y una humedad altísima.
Pasamos tres días correteando por una ciudad mucho más grande de lo que creíamos y nos perdimos en más de una ocasión (es lo que tiene viajar a la ventura, pero también lo hace más emocionante), y a la tercera noche nos dispusimos a emprender un viaje nocturno en autobús que nos llevaría a Chiang Mai, al norte del país, donde esperábamos encontrar un poco más de paz...
Chiang Mai |
Chiang Mai resultó ser más tranquilo, sí, pero
estaba abarrotado de turistas y vendedores de todo como Bangkok, como toda Tailandia. Vimos un montón de templos preciosos y paseamos por los inevitables mercadillos. Nos hubiera gustado visitar una reserva de elefantes y alguna otra población cercana, pero Tailandia es mucho más grande de lo que parece y el tiempo no daba para más.
Vendedora de "bichos" en el mercado |
Después de otros tres días en Chiang Mai, de nuevo hacia Bangkok haciendo un par de paradas por el camino, en Kanchanamuri (cascadas de Erawan) y en Sukhothai.
Pero eso os lo cuento la próxima semana.
He estado leyendo distintos blogs porque planeo viajar a tailandia muy pronto y me he dado cuenta que la comida es algo muy barato lo cual me parece bueno, porque da la facilidad de comer mas cosas que antes no habiamos probado
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