De vez en cuando recibo ofertas de editoriales interesadas en publicar mis libros. Tiempo atrás me habría puesto a dar saltos de alegría; ahora me lo tomo con calma, porque sin leer siquiera su propuesta sé que se trata de una empresa que se dedica a imprimir libros.
Nada que alegar, cada quién monta el negocio que quiere. Y hoy día, que parece que todo el mundo escribe ¿por qué no una editorial?
Las hay que simple y llanamente te ofrecen sus servicios con su tabla de precios. Perfecto.
Otras dicen conocer tu obra y considerar que es digna de ser inmortalizada en papel, por lo que te piden que se la envíes para que su gabinete de expertos la valore. La valoración, por supuesto, es positiva y te ofrecen un contrato en el que tú debes aportar una cantidad X.
Están tan bien informados que incluso me han ofrecido publicarme Nunca fuimos a Katmandú, sin saber que lleva tres años en librerías y que la Editorial Viceversa tiene los derechos.
Después hay otras que creen que por publicarte te hacen el favor del siglo y debes estarles eternamente agradecida, ¿pagarte por tu trabajo? ¿pero no es pago más que suficiente que te publiquen? ¡y gratis! o sea, sin cobrarte...
Pero ¿esto no era al revés? ¿no eran las editoriales las que pagaban un adelanto al autor a cuenta de los beneficios? ¿las que te trataban como a una reina y te enviaban una caja con tus libros oliendo a imprenta para que las repartieras entre tus allegados? ¿las que te promocionaban, te llevaban de acá para allá, y se preocupaban de que tu obra llegara a los confines del universo?
¿Dónde están esas editoriales?
Ante este panorama y las nuevas opciones que se nos ofrecen una se pregunta para qué quiere editorial si ya dispone de una que no solo no le cobra sino que le paga, que le publica en digital y papel, que le ofrece una promoción y distribución a nivel mundial, que le presenta las cuentas claras.
¿Qué valor diferencial ofrecen estas nuevas empresas que se autodenominan editoriales? No acabo de verlo, la verdad.
En fin, que las cosas están cambiando muy deprisa y quien más quien menos, todos navegamos a la deriva.
¡Feliz semana!
Hay editoriales serias, editoriales de pena, aprovechados y cagamandurrias. Por suerte, la tuya es de las buenas. Aunque no sea la de John Le Carré, que le avanzaba una pasta solo por anunciar el título de su siguiente obra, y le sufragaba viajes y estancia en todas las ciudades en que ésta debía ambientarse (y, huelga decirlo, salían las ciudades más exóticas del mundo mundial). Pero bueno, no puedes quejarte si te pagan y te promocionan. Un abrazo!
ResponderEliminarEs verdad lo que dices. El tema ha cambiado mucho en poco tiempo. Hay mucha gente que acepta esas condiciones (me imagino) y por eso als editoriales lo proponen como si fuera algo bueno para ti.
ResponderEliminarOjala llegue un momento que la cosa vuelva a cambiar y se valore más al escritor.
Un beso, Lola
Estuve en una presentación de proyectos de libros de fotografía, con estupendas ideas de gente muy diversa y un problema en común: publicar. Compartían sus distintas experiencias (ninguna buena). Contaban cosas parecidas a las que tu cuentas y timos peores. La verdad es que fué una pena que una reunión muy creativa y estimulante acabara en frustración y malos augurios.
ResponderEliminarUn abrazo
Lo que vengo pregonando desde hace más de un año parece que al fin encontró dolientes. El que salte de alegría por publicar por editorial hoy en día es que es un inocente.
ResponderEliminarSu libro pasará al olvido, desaparecerá de las listas y el pequeño adelanto que recibió será lo único que verá en 5 años que dura el contrato, en los que su obra o sus obras no tendrán la oportunidad de promocionarse como se debe.
Pero hay quienes todavía se emocionan... Yo definitivamente estoy mejor por mi cuenta. Y porque lo he decidido, no porque me falten editoriales interesadas.
Buena entrada, Lola!
Sí que hay un auténtico aluvión de falsas editoriales. Todas van a por el negocio y no son más que gestoras que imprimen y obtienen un ISBN.
ResponderEliminarDe momento (y cruzo los dedos ara que no se rompa la racha), me estoy llevando muchas sorpresas positivas con la que estoy. Ya hizo a fondo la labor de galeradas y continúa con la de promoción. Ahora andamos por Miami.
Un beso grande, Lola.
Interesante cuestión, Lola. Vaya! Es que aun hay todavía muchos inocentes y desconocedores del mundo editorial y por eso ellos tiran el anzuelo. Yo, claro no lo conozco tanto para emitir amplio juicio, pero muestra un botón.
ResponderEliminarAbrazos y Feliz Cumpleaños
Supongo que como de todo hay en la viña del Señor y más en estos tiempos de crisis que hacen que afloren los espabilados por todos lados, pues en todos los campos hay gente seria y otra bastante menos. Pero ahí debe estar el ojo clínico del que recibe la oferta y separar la paja del trigo. Pero tú eres muy inteligente y seguro que sabes tomar las decisiones más acertadas y elegir lo mejor. Un beso,
ResponderEliminarPara quienes nos hemos criado pensando que ser seleccionado por una editorial es un gran logro, resulta difícil "cambiar el chip" y comenzar a pensar que es un logro mucho mayor asumir todos los pasos de publicación de un libro y emprender un marketing que lo haga llegar a lectores de todo el mundo.
ResponderEliminarEl peligro viene cuando quienes no logran ser fichados por una editorial tradicional caen en estos servicios orientados a hacer negocio, en detrimento del autor y sus necesidades. Para mí, lo que se percibe como "valor diferencial" de esas empresas es, por un lado, el "prestigio" asociado a un sello editorial (para quienes no quieren tener la etiqueta de autopublicados)y, por otra, la supuesta ayuda que ofrecen en cuanto a corrección, maquetación y distribución, tareas que para algunos autores resultan apabullantes.
Sin embargo, casos como el de Lola y Blanca demuestran que sí es posible independizarse de una editorial, hacer libros de calidad, venderlos y que sean leídos, que al fin y al cabo es lo que más le importa a un escritor. En pocas palabras, hay que perder el miedo y no buscarse muletas que nunca nos permitirán correr.
Hola KTR,
ResponderEliminarquien fuera John Le Carré!
yo estaría encantada en viajar por todo el mundo para documentarme, jeje.
Saludos!
Narayani,
ResponderEliminarsi nosotros mismos no valoramos nuestro trabajo y aceptamos cualquier cosa, tampoco lo harán los demás.
Besos, guapa.
Uno,
ResponderEliminarpublicar ahora ya no es el principal problema, todos podemos hacerlo; a lo mejor el problema es precisamente ese...
Besos
Blanca,
ResponderEliminarla realidad se impone.
Aunque sigo pensando que una cosa no quita la otra y que hay mucha gente todavía que no puede o no quiere subirse al tren de Internet, con lo que se pierde mucho mercado también.
Besos
¡Qué bien, Isabel!
ResponderEliminarMe alegro de que hayas acertado con tu editorial y esté funionando tan bien.
Besos
Hola Ingrid,
ResponderEliminarbueno, a estas alturas no sé si hay tantos inocentes.
Yo creo que hay mucha gente dispuesta a pagar por ver su libro publicado, pero eso no quiere decir que se deba perder el trabajo editorial profesional y el respeto a los autores.
Besos
Hola Nieves,
ResponderEliminaryo lo único que tengo claro es que no pago por trabajar, jeje, al contrario, tengo la pretensión de que me paguen, así que el que quiera "hacerme un favor" cobrando, lo tiene crudo conmigo.
Besos
Valentina,
ResponderEliminarestoy de acuerdo contigo, lo has expresado muy bien.
Pero de verdad que es muy duro cargar con todo el trabajo y estaría bien que otros se ocupasen de la promoción y distribución y el autor pudiera dedicarse a escribir, que es lo suyo.
Saludos!
Hola, Lola.
ResponderEliminarGracias por tu respuesta a mi comentario. Tienes razón: el escritor no debería dedicar tantos esfuerzos a la promoción y distribución de sus libros (tarea que, tarde o temprano, le quitará especio a la creación), pero el problema es que tradicionalmente las editoriales han fallado en ese punto. Se han enfocado en hacer publicidad a sus autores superventas, mientras que el resto se ha debido conformar con una presentación, la mención en un catálogo y un día de gloria en una librería.
Por supuesto, muchos soñamos con ser liberados del rol de vendedores, pero hay que ser realistas y darse cuenta de que, como están las cosas, no se puede esperar gran promoción de parte de una editorial. Para mí, su valor añadido reside en el prestigio asociado a un sello y la labor de edición propiamente dicha.
Gracias, Lola, por haber traído a colación este tema. Saludos.
Pues tienes mucha razón, Lola, algo está cambiando para que empiecen a contactarnos, pero, ¿qué quieres que te diga? Hay mucho chupóptero disfrazado de editorial y es hora de que pasen un poco de hambre.
ResponderEliminarUn abrazo.
Valentina,
ResponderEliminarla editorial no hace ni eso que comentas, te lo digo por experiencia. O al menos, no lo hace con todos los autores.
Sí, el respaldo de una editorial es un valor añadido, aunque creo que cada vez va quedando más superado ese punto. Ahora es el lector quien nos respalda.
Hola Jesús,
ResponderEliminares cierto lo que dices, pero yo creo que también es culpa del ego de muchos supuestos escritores.
Así que el más listo se lleva el gato al agua.
Besos