domingo, 29 de septiembre de 2024

Carta abierta al Sindicato de los Gatos

 


Señoras y señores del Sindicato de los gatos:

Soy Betty, una gata que vive en Barcelona con su hermana Mandy y su humana, Lola. Ella nos trata muy bien, no tengo ninguna queja en ese sentido, nos cuida y nos da muchos mimos y chuches, pero siento que hace un uso abusivo de mi imagen en las redes sociales. 

Siempre me está haciendo fotos y las utiliza para promocionar sus libros y caerle bien a la gente, porque ¿quién se resiste a la foto de una preciosa gata blanca de ojos verdes como yo? Sí, ya sé que soy una belleza, y además muy cariñosa y simpática, pero no es culpa mía, ¡soy así! Y la humana se pasa mucho. 


Ella sabe que a la gente le encantan las fotos de gatos.  Y por alguna razón misteriosa la mayoría de escritores tienen gatos. Supongo que somos inspiradores y transmitimos una sensación de paz. ¡Si es que no tenemos desperdicio! Deberían declararnos Patrimonio Vivo de la Humanidad. Bueno, de lo que sea. Porque humanos no somos, claro.


El caso es que los gatos no estamos en el mundo para trabajar sino para ser adorados porque somos la obra maestra de la Creación, ¿o no? 


En cambio a Mandy la humana no la molesta. Ella es más tímida y asustadiza, y además es una gata corriente, una atigrada de esas... Que no digo que no sea guapa, al fin y al cabo es mi hermana, pero tampoco es tonta. Se hace la arisca para que la dejen en paz. Claro que luego es la primera en ponerse a maullar y levantar la cola cuando la humana reparte chuches o caricias.





En fin, que bien mirado, no me puedo quejar. Solo tenía ganas de desahogarme un poco. Por favor, no tomen en cuenta esta carta. Voy a seguir durmiendo un ratito más...

Atte: Betty.


Todos mis libros

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