En ocasiones he comentado que no acababa de gustarme Murakami, dicho sea con todos los respectos y el reconocimiento hacia un autor de su talla. Pero como para gustos son los colores, puedo opinar y opino: nunca me he sentido identificada con sus personajes ni me han llegado a atrapar sus historias.
Ahora, sin embargo, después de haber leído Kafka en la orilla, tengo que retractarme y decir que me ha encantado. Me ha parecido una historia llena de magia, ternura y originalidad.
En la novela se desarrollan dos historias paralelas que acabarán confluyendo en un punto común: la de Kafka Tamura, un chico de 15 años que se escapa de su casa, y la de Nakata, un hombre con retraso mental a causa de un extraño accidente sufrido en la infancia, pero con otras capacidades muy especiales, como la de hablar con los gatos y la de hacer ciertas predicciones.
Haruki Murakami |
Tamura vivirá una especie de viaje iniciático que lo llevará a refugiarse en una curiosa biblioteca, al sur del país, donde conocerá a Oshima (que no es ni hombre ni mujer), y a la señora Saeki, de la que se enamorará.
Nakata, por su parte, emprende el mismo camino empujado por el deseo de cumplir una misión que él mismo desconoce, y recibirá la inestimable ayuda de Hoshino, un joven camionero que no entiende nada pero que se siente fascinado por el anciano, formando ambos una entrañable pareja.
El libro está lleno de metáforas, de pensamientos filosóficos y de apuntes culturales; a veces roza el absurdo, y tiene momentos surrealistas y de una ingenuidad que te hace sonreír.
El mejor consejo para leerlo es dejar el sentido común afuera, abrir la mente y disfrutar.