El baúl de Lola: A vueltas con la autoedición
A día de hoy la autoedición ya no es un fenómeno novedoso. Es una realidad en el mundo literario actual, donde la proliferación de pequeñas editoriales y plataformas digitales como Amazon permiten que el sueño de publicar y codearse en las estanterías, tanto físicas como virtuales, con escritores de renombre, sea una posibilidad real al alcance de muchos autores y pese a quien pese.
Sin embargo, todavía hay suspicacias, menosprecio y desvalorizaciones por parte del mundillo, llamémosle, cultural, ya sean editoriales (que ni comen ni dejan comer), colegas escritores o blogueros supuestamente entendidos en la materia. He llegado a leer en algún sitio de Internet que los autopublicados son escritores fracasados, rechazados por las editoriales y a los que no les queda otra salida.
Friedrich Nietzsche |
Incierto tanto lo uno como lo otro, como demuestra el éxito obtenido por muchos de ellos, mientras que otros han optado directamente por la autopublicación, sin intentar siquiera llamar a las puertas de ninguna editorial.
Quizá algunos deberían recordar que escritores de la talla de Edgar Allan Poe, Alejandro Dumas, Mark Twain o Ernest Hemingway, entre otros muchos, se vieron forzados a recurrir a la autoedición en sus inicios. ¿Alguien puede decir de ellos que sean malos o fracasados?
También Nietszche, tuvo que costearse de su bolsillo la publicación de una cincuentena de ejemplares de su celebérrima obra, Así habló Zaratustra. Y hay cartas de Dostoievski dirigidas a sus amigos en las que les solicita una pequeña aportación económica para poder sacar a la luz alguna de sus obras. Sin olvidar a Marcel Proust, que sufragó la publicación de En busca del tiempo perdido y Por el camino de Swan tras ser desestimado en una editorial por el mismísimo André Guide.
Ernest Hemingway |
John K. Toole, autor de la magnífica novela, La conjura de los necios, optó por una solución más drástica ante la imposibilidad de ver su obra publicada y se suicidó.
Ahora, afortunadamente, no tenemos que llegar a esos extremos; ni siquiera vernos abocados a sufrir una depresión, porque en la época en la que nos ha tocado vivir las cosas son bastante más fáciles y hay otras opciones.
Felicitémonos por ello y demos tiempo al tiempo que acabará poniendo a cada uno en su sitio.
Comparto aquí mi colaboración en el blog de la Agrupación de Escritores Independientes porque creo que os puede interesar.
ResponderEliminarMagnífica entrada.
ResponderEliminarComo indicas, de fracasados nada de nada. Es una opción más, y nada despreciable.
Un beso, Lola.
¿Te acordás Lola de cuando la autoedición era malapalabra y sólo eso? Hace poquito, nomás. Hoy por lo menos las opiniones están repartidas.
ResponderEliminarLa responsabilidad es grande, eso sí. Debemos trabajar mucho nuestro libro, antes de largarlo a andar. Y lo dice alguien (osea yo) que vende poco y nada en Amazon, que casi pasa desapercibido. :-P
Saludos!
Muchas gracias Lola por compartir. Ahora que se que Friedrich se autoeditó me sumaré a esa lista de grandes figuras que se inician de ese modo.
ResponderEliminarUn abrazo
Tú lo has dicho. La autopublicación es un buen recurso para muchos escritores pero sigue estando muy mal mirada. Quizás el tiempo y los buenos libros autopublicados cambien esta forma de pensar de la gente.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hay gente con bastante mala uva, por su propio carácter o por ignorancia o por simplemente, prejuicios. Allá ellos con sus limitaciones mentales. Cualquier opción es buena si al final se consigue el objetivo de llegar a los lectores, yo diría incluso que el que recurre a la autoedición demuestra una gran perseverancia y voluntad por conseguir ver realizados sus sueños literarios.
ResponderEliminarUn beso Lola y olé por ti y por todos los que recurren a la autoedición,
Por supuesto, Isabel, hay que estar con los tiempos y aprovechar las ventajas que nos ofrecen.
ResponderEliminarBesos
Alejandro,
ResponderEliminartodavía tiene mala prensa, pero de nosotros depende que eso cambie.
Saludos
Uno,
ResponderEliminarhay muchos más ejemplos. Los inicios son duros para todos.
Besos
Maribel,
ResponderEliminarseguro que la percepción general cambiará con el tiempo.
Es una opción y es el futuro.
Besos
Nieves,
ResponderEliminarsiempre es dificil aceptar los cambios, pero tiempo al tiempo.
Además, una cosa no quita la otra, yo publico por mi cuenta y a través de editorial, como ocurrirá con mi próximo libro.
Besos
El problema radica, Lola, en que la mayoría de los escritores piensa que escribe mejor que el otro. De manera que si un autor independiente es exitoso, lo miran con cierta suspicacia: "Es porque se la pasa vendiendo su novela en las redes sociales". Lo cierto es que vende. Y es leído, que es lo que importa. Como si las editoriales no hicieran campaña para vender libros. La diferencia es que es mal visto que un escritor sea el vendedor de sus libros, pero también veo que hay muchos que se desgañitan voceando sus libros y no venden ni una página.
ResponderEliminarEs inevitable que exista esa guerra entre los "elegidos" y los "fracasados" depende según quién mire. Todos quieren sobresalir, pero pocos lo logran. Sea que publiquen por editorial o autopubliquen.
Hola Blanca,
ResponderEliminares cierto lo que dices. Pero yo me refería a la mala prensa que tiene la autopublicación en general.
Lógicamente, el escritor que se autopublica no hablará mal de la autopublicación (o sí, alguno me viene a la memoria...).
Existe la idea generalizada de que la autoedición es el último recurso del escritor al que todas las editoriales han rechazado. Cosa incierta, como muy bien sabemos tanto tú como yo.
Otra cosa son las envidias, los celos y la hipocresía que se da en éste como en cualquier ámbito profesional, y también la suerte de cada uno y su constancia a la hora de vender.
Pero eso daría para otro post.
Besos!
Ánimo Lola y mucha suerte!!! Un abrazo
ResponderEliminarUn saludo, Doris!
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