Hoy papá ha vuelto a pegar a mamá. Se ha enfadado porque no
le ha gustado la sopa. No sé por qué, yo creo que estaba muy rica. Pero cuando
papá la ha probado ha soltado la cuchara de golpe y nos ha salpicado a mamá y a
mi. Mamá ha seguido comiendo; a veces, si no le hace caso, papá se calla o se
va dando un portazo. Pero hoy no se ha callado ni se ha ido; ha cogido el plato
y se lo ha tirado encima. Seguro que mamá se ha quemado, porque la sopa estaba
muy caliente. A mi me ha entrado una rabia muy rara, y casi sin darme cuenta,
le he gritado a papá que la dejase en paz. Entonces papá se ha puesto muy rojo
y me ha cogido del brazo tan fuerte que me ha hecho daño, y cuando mamá se ha
metido en medio para defenderme le ha pegado una bofetada que la ha tirado al
suelo. “¡Vete a tu habitación!”, me ha gritado papá. Yo no sabía qué hacer, no
quería dejar sola a mamá, que estaba en el suelo llorando, pero ella me ha
mirado como si me pidiera por favor que me fuera, y me he ido. Me he escondido
en el armario con mi perro gigante de peluche y me he tapado los oídos. Papá
siempre se está enfadando con mamá; dice que es vaga, sucia y tonta. Pero yo sé
que mamá no es nada de eso. Mamá trabaja mucho, se levanta todos los días la
primera y le prepara el desayuno a papá, después me despierta, desayunamos, me
lleva al cole, hace la compra, limpia muy bien toda la casa, hace la comida, me
recoge del cole, me ayuda a hacer los deberes, y me baña, y más tarde se baña
ella y se pone muy guapa para que papá esté contento cuando llegue de trabajar.
A papá le gusta verla siempre muy guapa y que huela muy bien, por eso yo se que
mamá no es vaga ni sucia, como dice papá, y tampoco es tonta; siempre que le
pregunto algo sabe la respuesta, y si es muy difícil la buscamos juntos en la
enciclopedia. En cambio, cuando le pregunto algo a papá siempre me contesta:
“pregúntaselo a tu madre”. Así que no sé…
Me gusta más cuando papá no está. Cuando estamos solos mamá y
yo lo pasamos muy bien y está contenta; en cambio, cuando está papá llora mucho
porque papá se enfada con ella y le grita muy fuerte. Mamá quiere hacerlo todo
muy bien para que papá no se enfade, pero se ve que siempre hace algo mal… papá
dice que la quiere mucho y que por eso tiene que castigarla, para que aprenda.
Pero cuando yo hago una travesura en el cole la “seño” no me pega ni me grita,
solo me regaña un poquito y luego sonríe para que yo sepa que ya no está
enfadada conmigo.
A veces me quedo dormido en el armario con mi perro gigante
de peluche y sueño que soy grande y defiendo a mamá, y papá se asusta de mí y
se va muy lejos y no vuelve nunca más. Pero cuando me despierto sigo siendo
pequeño y mamá está llena de moratones, y cuando tenemos que salir de casa se
pone maquillaje para disimular, pero igual se le nota un poco y las vecinas la
miran raro, como si supieran lo que pasa y les diera mucha pena, pero no dicen
nada. Yo tengo ganas de gritarles que papá ha vuelto a pegar a mamá y que le
digan que eso no está bien, pero mamá dice que no se lo tengo que contar a
nadie, y yo me callo. Tampoco quiere que les diga nada a los abuelos, dice que
no me creerían; cuando vamos a su casa, papá siempre es muy simpático y se
porta muy bien con mamá; los abuelos dicen que tuvo mucha suerte al
encontrarle.
Los papás de mis amigos no pegan a las mamás. A mi me dan un
poco de envidia, pero de la buena. Me gustaría que papá, mamá y yo fuésemos juntos
al cine o de excursión, como hacen ellos, y que habláramos y nos riésemos. Pero
en casa nunca nos reímos…
He estado mucho rato en el armario abrazado a mi perro
gigante de peluche sin poder parar de llorar mientras mamá y papá gritaban en
el salón. Ahora ya no se oye nada. A lo mejor papá se ha ido.
Me acerco de puntillas como cuando juego al escondite con
mamá, pero ella no me persigue porque está tumbada en el suelo del salón, muy
quieta. Se habrá quedado dormida. Papá no está. Mamá tiene sangre en la cabeza.
La llamó, pero no se despierta. No me gusta verla así, se le va a manchar el
pelo con la sangre. Quiero que se levante y se limpie, y que nos vayamos a la
cama y nos durmamos abrazados, y que me diga como otras veces que no me
preocupe, que todo se arreglará. Afuera está oscuro, mamá no se despierta y yo
no se qué hacer. Tengo miedo. Me quedo a su lado muy quieto, con mi perro
gigante de peluche. “Mamá…mamá…”.
Un relato que cuenta un drama absolutamente actual y deplorable. Buen texto Lola pero terrible el tema Un beso
ResponderEliminarTremenda historia
ResponderEliminarLamentablemente muy real
Va mi repudio a los golpeadores
Un besote
Una historia cruda pero real, muy bien expresada... Es increible que pueda haber personas tan tremendas y me imagino que enfermas, porque ellos también son desgraciados...
ResponderEliminarMi apoyo a todas las víctimas y también a las del maltrato sicológico que igualmente es muy duro y más sutil. Un abrazo Lola
Grande, Lola. Un abrazo.
ResponderEliminarHola Winnie,
ResponderEliminarpues sí, es un tema duro, pero real, por desgracia.
Besos
Cantares,
ResponderEliminarojalá cosas así sirvan para remover conciencias.
Besos
Dorisalon,
ResponderEliminaryo creo que el maltrato psicológico y el físico van bastante unidos.
Y no creo que sean enfermos, son otra cosa que no voy a decir aqui...
Besos
Gracias, Alfredo.
ResponderEliminarUn beso.
Los pelos de punta, Lola. El día que empiezan estas historias se gesta un desenlace fatal.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola Josep,
ResponderEliminares verdad, el desenlace parece inevitable :(
Besos
Estupendo y terrible relato. Muchas gracias. Voy a tener que hacerme chico kindle.
ResponderEliminarUn abrazo
Uno,
ResponderEliminarpues venga, lanzate ya, que el mundo kindle te espera, jeje.
BEsos
ResponderEliminarUn relato desgarrador.
Cuándo llegará el día que no haya que escribir sobre este tema.
http://loscuentosdelaabuela.blogspot.com.es/2012/11/si-la-mujer-pudiera.html
Un abrazo
Pues sí, Kety,
ResponderEliminarojalá no hubiera que escribir sobre esto.
Saludos!