El realismo clásico se inició en la segunda mitad del siglo XIX en contraposición al romanticismo.
Autores como Balzac o Flaubert en Francia, Galdós en España o Tolstoi y Dovstoieski en Rusia son algunos de los representantes de esta corriente.
El realismo pretendía ser un fiel reflejo de la sociedad, sin concesiones ni florituras literarias. Claro y conciso, era también una forma de denuncia social y retrataba con precisión a las clases más desfavorecidas y las diferencias sociales.
Algunas características de este género serían las amplias descripciones, exactas y documentadas; un lenguaje a dos niveles: culto en la voz del narrador y popular ( o coloquial) en los diálogos entre los personajes dependiendo de su extracción social.
Los protagonistas son antihéroes: generalmente de clase baja o media enfrentados a la clase alta y poderosa haciendo especial incapié en las diferencias.
Los escenarios solían ser urbanos, aunque también los hay rurales y de carácter más personal, como las casas de los pobres y las mansiones de los ricos.
Los temas hacían referencia al entorno social, a la realidad, poniendo el foco, en la mayoría de los casos, en las miserias humanas y la desdicha de los personajes.
El narrador solía ser omnisciente, objetivo y frío, distante. Su función era retratar la realidad de la forma más exacta posible sin emitir juicios de valor y tomar partido.
El objetivo de este tipo de literatura era denunciar la injusticia a través de un fiel reflejo de la sociedad.
El realismo llegó a nuestros días de la mano de autores como Salinger, Steinbeck y otros tantos escritores, y se convirtió en realismo sucio gracias a la pluma de autores como Raymond Carver o Charles Bukowski.
Hemos tomado como modelo a Carver y hemos leído Tres rosas amarillas, uno de sus libros de relatos donde nos muestra personajes de las clases americanas más desfavorecidas y su cotidianeidad, en un estilo minimalista, en frases cortas y tajantes, sin artificios ni adjetivación. La realidad pura y dura.
Hablé de Carver y su obra ampliamente en este blog hace algún tiempo: http://gatosporlostejados.blogspot.com.es/2010/01/tres-rosas-amarillas-raymond-carver.html
Y la próxima semana, última sesión y cena de despedida.
¡Ya os contaré!
Una buen a manera de contar lo que nos encontramos en las páginas de un libro que sigue esa tendencia literaria. ¡Gracias por sintetizarlo en unas frases!
ResponderEliminar¡Besossss!
Hola Pat,
ResponderEliminarcada semana intento resumir en unas líneas hora y media de clase.
Besos!
Me encantó tu entrada
ResponderEliminarBesos
Gracias, Ana,
ResponderEliminarun beso y feliz semana!
"Frases cortas, tajantes sin artificios ni adjetivación". Nada me gusta mas. Me voy a regalar un Carver.
ResponderEliminarUn abrazo
Mucho hemos aprendido de los realistas y, también, del llamado "realismo sucio".
ResponderEliminarMe pregunto si tal y como están los tiempos no volveremos por algunos lares al realismo.
Un beso.
Uno,
ResponderEliminarhaces muy requetebien!
Besos
Isabel,
ResponderEliminaryo creo que ya estamos volviendo.
Es curioso que en los relatos que les he hecho trabajar a los alumnos todos han reflejado la situación actual...
Besos
Este es mi género, Lola. El que de verdad disfruto.
ResponderEliminarEsos protagonistas antihéroes, creibles, con los que nos identificamos fácilmente. Ese lenguaje que no busca lucirse, y cuyo fin último es ingresar a la profundidad humana. Y el retrato de la sociedad, claro, latiendo al ritmo de los personajes.
Un abrazo!
Alejandro,
ResponderEliminarte creo, se nota que te gusta el género, jeje.
Saludos!