Estoy estresada. Desde el jueves no han parado las celebraciones por el nacimiento de mi primera novela, ¿que cómo se titula? ¿alguien no lo sabe? ¡jajaja! Pero es un estrés bueno, es un estrés de euforia, de satisfacción. Y no para. Cada día recibo mensajes de gente que me dice que ha comprado el libro, que lo ha visto aquí o allá, que ha empezado a leerlo.
Un gustazo, que queréis que os diga.
Pero el día de la celebración "oficial" fue el sábado. Empezamos la tarde en mi casa con una copita de cava ¡cómo no! En la foto podeis ver a Susana, a Montse que ya la conocéis, a mi menda (por las dudas) y a mi hijo Álvaro.
Después nos fuimos a hacer la ruta espía-literaria por las librerías y comprobamos lo a gusto que estaba Nunca fuimos a Katmandú junto a Almudena Grandes en la librería Bertrand; en el Corte Inglés estaba más escondida, así que tuvimos que colocarla en el lugar que se merecía, jeje.
Y una vez cumplida nuestra misión cenamos en una terraza de la Barceloneta y nos encaminamos hacia la playa para ver los fuegos artificiales en conmemoración de Nunca fuimos a Katmandú, ¡perdón! quería decir de las fiestas de la Mercè, patrona de Barcelona (un pequeño lapsus...).
Os vuelvo a repetir que vale la pena perseguir los sueños, la compensación final lo merece, supera cualquier espectativa.
Ahora a ver si soy capaz de centrarme de una vez y ponerme a escribir y a hacer el montonazo de cosas que tengo pendientes...