Cada día se apostaba a las puertas del Paradís. Tuvo que pelear duro para hacerse con aquel rincón, pero ahora todos sabían que era suyo y lo respetaban. No existía otro sitio en la ciudad que se le pudiera comparar; desde allí observaba las entradas y salidas de los clientes, saludaba, en su imaginación, a los habituales e intercambiaba con ellos frases corteses. A veces, se veía a sí mismo sentado a una mesa charlando sobre literatura o actualidad. Como hacía antaño, cuando era un ciudadano respetable y el limpiabotas le abría la puerta y le lustraba los zapatos mientras le contaba anécdotas. Tenía reservada la mejor mesa: un velador junto a la vidriera modernista flanqueada por dos bellas ninfas talladas en madera.
Pero un mal día, su suerte se torció.
El local no había cambiado en aquellos años. Conservaba su aire decadente; las lámparas de cristal, las mesas de mármol, los espejos en las paredes, y aquellas columnas de hierro forjado que sostenían un techo ricamente ornamentado. Cuando la puerta se abría le llegaba el aroma del café y el olor a canela y vainilla de los deliciosos pastelillos que seguían sirviendo. Era como estar en casa. Aunque ahora, él se quedaba en la puerta con la cabeza humillada y la mano extendida.
Un caballero acudía cada tarde al Paradís y le ofrecía unas monedas con un saludo y una amable sonrisa. Una tarde gélida de invierno se detuvo ante él.
— ¿Por qué no entra a tomar un café?—dijo. Ante el gesto confuso del mendigo lo tomó del brazo y añadió—: ¡Vamos!
El limpiabotas le abrió la puerta y le saludó sonriente, y el viejo camarero de siempre les acompañó a su mesa junto al ventanal y les sirvió unos humeantes tazones de café con leche. El mendigo cerró los ojos y sonrió:
¡Por fin estaba en el Paraíso!
(Relato original de Lola Mariné publicado en la revista Montcada Mírame)
Imagen: Café de la Opera de Barcelona
ya lo había leído,pero siempre se agradece refrescar la memoria...me ha encantado del todo!
ResponderEliminarMe ha encantado, Lola ¡qué belleza de relato!
ResponderEliminarSin desmerecer los ateriores, nada parecido a los que había leído tuyos: la exquisita prosa, el ritmo y las descripciones me han trasladado realmente al velador del Paradis.
Te iba a comprar tu novela, siendo sincero, por ser una amiga compañera de foros y bloguers, como he hecho con vari@s otr@s a pesar de que algunos de los géneros que publicaban no eran de mi gusto y acabaron siendo de lectura pesada; pero después de leerte ahora te prometo que compraré tu libro nada más anuncies su salida y devoraré tu novela y la pondré en lugar preferente entre los grandes que me acompañaron siempre.
Te felicito de corazón.
Saludos y feliz fin de semana.
Lola es "fantástico" Qué bueno...con razon te dedicaré la semana que viene una frase de cine...especial. Tus textos me hacen ir y viajar a Cafes y a otros sitios. besos y feliz finde
ResponderEliminarJo, maestra! ¡Que lejos te veo!
ResponderEliminarUn abrazo, un beso, un...
Lola, maravilloso relato. Lo que fuimos y lo que somos, el tiempo perdido y, felizmente, recuperado. Y toda esa emoción condensada de los cafés antiguos.
ResponderEliminarLola, este relato, aunque ya me lo dejaste leer hace tiempo, me sigue emocionado cada vez que lo leo. Sigue publicando tus cosas, que te conozcan más.Estoy impaciente por el viaje, ya tengo ganas de que llegue agosto.
ResponderEliminarPrecioso, Lola, sabes expresar las emociones de un hombre que tuvo su momento en la vida, haces que una se identifique con él.
ResponderEliminarLa foto es preciosa, como siempre, y le otorga un valor adicional al cuento.
Muchos besos!
Blanca
Didac,
ResponderEliminarEso te pasa por ser amistad antigua, jajaja, ya lo has leido todo.
Tendrás que esperar a la novela.
Besos.
¡Uff, Juan!
ResponderEliminarMe vas a hacer ruborizar, y mira que tengo poca vergüenza, jajaja...
No, en serio, muchas gracias por las cosas tan bonitas que me dices.
Un besazo, hoy te lo mereces.
Winnie,
ResponderEliminarme has dejado intrigada con eso de la frase especial.
Estaré pendiente.
Un beso.
¡Carlos!
ResponderEliminarPonte las gafas y me verás más cerca, jajaja...
Besos.
Deme,
ResponderEliminarmuchas gracias.
Asi da gusto publicar cosas.
Besos.
Montse,
ResponderEliminara ti te pasa como a Didac,que ya lo conoceis todo.
Por eso no te he dejado leer la novela.
Vete preparando la cámara para las vacaciones.
Besos.
Gracias, Blanca,
ResponderEliminarun gusto esas alabanzas viniendo de una profesional como tu.
Besos.
Precioso, Lola. Yo no lo había leído.
ResponderEliminarGracias, Menda,
ResponderEliminarme alegro de que te haya gustado.
Feliz domingo.
Qué maravilla!! Este relato me gustó muchísimo, me emocionó, me parece exquisito!! Para mí, es como un regalo que me diste, lo disfruté tanto! Qué bien que escribís Lola, esto es saber escribir!!Chapeau, Madame Lola!!
ResponderEliminarMuchas gracias por visitarme, me alegra que te haya gustado Zizi.
BESOTES HERMOSA Y BUEN DOMINGO!!
Stanley,
ResponderEliminargracias, cielo, por esas palabras tan cariñosas.
Un beso.
Es un relato hermoso, Lola, y da que pensar. La suerte, la maldita suerte que parece ser la que mueve el mundo... Y las vueltas que nos hace dar. Me ha gustado mucho. Besos.
ResponderEliminarMe recordó escenas de hace algunos años, cuando pasaba a menudo frente a uno de esos cafés gemelos del Paradís, y se veían exactamente las mismas caras, en las mismas mesas, al otro lado del cristal, como un escaparate con estatuas perennes.
ResponderEliminar¡Excelente Lola! me ha dejado sin palabras, ¡excelente!
ResponderEliminarMIGUEL
Me gusta tu blog. Lo seguiré a partir de ahora.
ResponderEliminarA bear hug.
Hola Maribel,
ResponderEliminarpues si, la vida da muchas vueltas. y eso es lo que queria reflejar en este relato.
Un beso, guapa.
Mannelig,
ResponderEliminares verdad que esos cafés eran de habituales y producen cierta nostalgia.
Besos.
Miguel,
ResponderEliminarme alegro de que te haya gustado.
Un beso.
Inquisitor,bienvenido,
ResponderEliminaraunque con ese nick, miedo me das, jajaja...
Saludos.
Hola Lola, ¡qué bonito cuento! muy cotidiano pero también emotivo, con el gestosolidario hacia el vagabundo.
ResponderEliminarSiempre cuando vemos a alguien en la calle tendemos a pensar en lo mal que está y qué puede haber fallado. Y no vemos (o al menos lo creo así) que podemos ser nosotros mismos en un futuro. Tomando una frase prestada de un comic, "lo que nos separa a nosotros de ellos es un mal día".
Un saludo
Hola Jesus,
ResponderEliminares verdad que a veces nos preguntamos cómo esas personas han acabado así.
Yo soy de la opinión de que un@ es responsable de su vida, pero nunca se sabe lo que puede pasar.
Saludos.
Genial!!!!! Para aplaudirlo.
ResponderEliminarUn placer leerte.
Saludos.
Hola Salvador,
ResponderEliminarbienvenido a este tu tejado.
Gracias por tu comentario que valoro especialmente por venir de un poeta (ya le he echado un ojo a tu blog).
Saludos.
Un precioso relato, como estar en el paraiso, también me la frase que tienes el sidebar: "si quieres ser escritor escribe", me identifica por que me dí cuenta que me encanta escribir.
ResponderEliminarBesos te sigo,buena semana.
Gracias querida Lola por visitarme y sonreír este lunes!!
ResponderEliminarBESOTES HERMOSA Y BUENA SEMANA!!
JR,
ResponderEliminargracias por la visita y por tus palabras.
Pasaré a verte.
Saludos.
Stanley,
un besito.
Bueno Lola, que gusto leerte. Es una historia triste y preciosa a la vez con ese toque nostálgico que le has sabido dar.
ResponderEliminarCuantos mendigos hay en el mundo que han sido medicos, abogados, que tuvieron exito y se han visto después en la miseria. Pero le has sabido dar un toque final recuperando la dignidad de la persona. Gracias.
Aventur@,
ResponderEliminargracias por tu comentario. Me alegro que te haya gustado el relato.
Un beso.