Acabo de terminar la lectura de El peligro de estar cuerda, de Rosa Montero, una escritora a la que sigo y admiro de toda la vida.
Creía que era una novela, pero no, es la voz de la propia experiencia, es un trabajo de investigación exhaustivo que nos regala retazos de vida y "rarezas" de grandes escritores y poetas, del dolor de muchos de ellos ante la incomprensión de sus contemporáneos, que los tildaron de "enfermos mentales".
En este libro Rosa Montero establece una relación entre la creatividad y la locura, y lo explica y documenta ampliamente.
Debo decir que me he sentido muy identificada y, de alguna manera, reconciliada conmigo misma: no soy tan rara, no soy la única a la que se le desborda la imaginación hasta límites irracionales, que piensa y siente de una manera especial que no parece compartir la mayoría de la gente que le rodea, que necesita escribirlo para no enloquecer.
Siempre he estado convencida de que escribir es una magnífica terapia. Por eso muchos, aunque con los años lo abandonemos, llegamos a la adolescencia escribiendo diarios y poemas, por esa necesidad de expresarnos, porque tenemos una sensibilidad extrema a la que ahora llaman P.A.S. (Personas Altamente Sensibles). Eso no nos hace mejores ni peores que los demás, solo un poco diferentes, un poco más sufrientes y, a lo mejor, un poco más apasionados.
Rosa utiliza una expresión que me ha encantado: somos "yonkis" de la intensidad, la rutina nos mata, por eso escribimos y creamos mundos y personajes, para vivir intensamente a través de ellos.
Son tantos los párrafos que destacaría que prefiero recomendaros que leáis el libro, sobre todo, a escritores y artistas. Solo voy a dejaros un poema de Emily Dickinson que es el que da título a la obra:
“Yo creo que fui encantada (…) / Lo oscuro sentí hermoso (…) / Fue una divina insania. / Si el peligro de estar cuerda / Volviera yo a experimentar / Es antídoto el volverse / Hacia Tomos de Sólida Brujería”.
Comprendo y comparto. Un saludo.
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