Disculpad el título en inglés, pero es que mola más que en español y me apetecía parafrasear a Shakespeare.
Hace mucho que no escribo en el blog, hace mucho que no escribo en ninguna parte, la verdad; hace un año exactamente que abandoné una novela con 150 páginas escritas y no he sido capaz de abrir el Word ni mucho menos ponerme a escribir hasta hace unos días.
El año largo de pandemia y otros temas personales me han pasado factura provocándome un bloqueo creativo que no me veía capaz de superar. Desde que empecé a escribir hace diez años no había parado, era como el leer: una adicción, una necesidad vital, lo que daba sentido a mi vida, lo que yo era: escritora. ¿Si un escritor no escribe sigue siendo escritor?
Me consta que a otros escritores les ocurrió lo mismo, cuando menos, al principio de la pandemia. Pero muchos se sobrepusieron una vez adaptados a la "nueva normalidad" y empezaron a crear de nuevo, quizá incluso más que antes, ya que tiempo nos sobraba y la vida se nos había quedado tan pequeña que parecía incluso necesario escapar a otros mundos.
interesaba la historia que había interrumpido en julio de 2020, en mi mente bullían historias reales que absorbían toda mi energía y me dejaban sin fuerza, sin confianza en mi misma ni en mis capacidades como escritora.
El escritor es un ser sensible, delicado, inseguro como todo creador, como todo artista; su material de creación está en su mente, en su imaginación, en sus propios sentimientos.
La noticia (grande para mí) es que he retomado mi novela, he empezado desde cero y cada día me siento más atrapada por los personajes y sus avatares. Me despierto con ellos y me duermo con ellos, y eso, como bien sabéis todos los que escribís es lo mejor que nos puede pasar.
De momento, work in progress.
Feliz verano.